Me encantan las novias con el pelo al viento o semirrecogidos deshechos, las telas vaporosas, de caída suave, los vestidos con espalda descubierta, los encajes antiguos, los vestidos lenceros, el blanco roto e incluso un toque de color.
Quizá por eso me enamoré hace tiempo de la firma Immaclé, y de su estilo casi onírico, que encaja perfectamente en paisajes rodeados de naturaleza, como pueden ser las bodas en mitad del bosque o en la playa.